11/3/09

Somos un pueblo pequeño, pero un pueblo entero y un pueblo unido

(Fragmentos del discurso pronunciado por el Comandante Fidel Castro Ruz, Primer Ministro del Gobierno Revolucionario, en el resumen de la asamblea extraordinaria de los empleados de la compañía cubana de teléfonos, para respaldar las nuevas tarifas telefónicas y la intervención, efectuada en el teatro de la CTC, el 6 de marzo de 1959)

Se derramó la sangre, no solo para conquistar libertades políticas, libertades sociales, libertades sindicales; el derecho a que se respete al ciudadano en su integridad física, el derecho a que se le respete como el valor fundamental de la sociedad; ¡sino también el derecho a la felicidad del ciudadano: el derecho a adquirir una cultura, el derecho a ganarse la vida y a satisfacer sus necesidades materiales lo más ampliamente posible, el derecho a percibir los frutos de su tierra!
¿Dónde está el pecado, dónde está el crimen, dónde está el mal que implique el tratar de hacer la felicidad de un pueblo? ¿Dónde está el crimen en tratar de hacer justicia? ¡¿Dónde está el crimen en tratar de defenderse de los privilegios nacionales o internacionales con los cuales se han labrado nuestras desgracias, nuestros dolores, nuestras penas, nuestras amarguras?! ¡¿Dónde está el crimen de querer ser libre, dónde está el crimen de querer ser soberano, dónde está el crimen de querer ser honesto, dónde está el crimen de querer implantar justicia, dónde está el crimen de querer acabar con la ignorancia, con los niños descalzos, con los hombres sin ropa, con los hombres y las mujeres sin trabajo?! (APLAUSOS PROLONGADOS.)
¿Dónde está el crimen en querer poner fin a la explotación de las mujeres, a la discriminación del cubano negro? ¿Dónde está el crimen en querer poner fin a las inmoralidades, a los negocios turbios, a la malversación de los bienes del Estado? ¿Dónde está el crimen en querer poner fin a la injusticia aquí, a la tortura, a la opresión, a la politiquería, a la inmoralidad que ha estado oficiando nuestra vida pública? ¿Dónde está el crimen en querer labrar la felicidad de nuestro pueblo, en querer brindarle a nuestro pueblo todo lo que pueda obtener con su trabajo, todo lo que pueda obtener de su tierra feraz y hermosa? ¿Dónde está el crimen en querer que este pueblo reciba al fin la herencia de tantas generaciones como las que se han sacrificado? ¿Dónde está el crimen en querer que nuestro pueblo reciba los beneficios y lo que desearon para él desde los primeros cubanos que murieron en la lucha de 1868 y los que murieron en 1895, y nuestros próceres, y nuestros apóstoles, y los que murieron en la lucha por establecer una república mejor...?
¡¿Qué derecho tienen a venir a meterse en nuestros problemas, qué derecho tienen a venir aquí a tratar de atacarnos y de calumniarnos ante el mundo porque queremos hacer la felicidad de la patria?! (APLAUSOS PROLONGADOS.) ¿Qué derecho tienen a querer mantenernos en la abyección, en la ignorancia, en la miseria? Pues, ¡no! Somos un pueblo pequeño, pero un pueblo digno; somos un pueblo pequeño, pero un pueblo entero y un pueblo unido.
No les habla un demagogo. Más de una vez he tenido que emitir opiniones que quizás no coincidan con las personas que me están oyendo. He convertido en una ley de mi conducta con el pueblo decirle siempre la verdad, ser franco, ser sincero, ser honesto, no hablarle por conquistar simpatías. Porque si algunos han llegado al poder con el máximo de simpatía con que pueden llegar los gobernantes, esos hemos sido nosotros. Si después de tener el aplauso de todo el pueblo nos hemos dedicado a trabajar con más ahínco que nunca, con más ahínco que nadie, eso es sencillamente la prueba más elocuente de nuestra devoción a esta causa, de nuestra sinceridad con el pueblo, porque no tenemos que trabajar para buscarnos el aplauso que ya teníamos; al contrario, sé que haciendo leyes revolucionarias nos vamos a ganar enemigos que no teníamos, nos vamos a ganar críticas que no teníamos; sé que mientras más leyes revolucionarias hagamos, más van a tratar de calumniarnos ante el mundo, más van a tratar de confundir al pobre mundo, a la pobre América la van a tratar de mantener en el oscurantismo y en la ignorancia [...]
"Un principio justo" —como dijo Martí—, "desde el fondo de una cueva, puede más que un ejército." Y con ese instinto que tienen los pueblos para conocer la verdad, con ese olfato que tienen los pueblos, los pueblos de nuestra América, a pesar de la calumnia, a pesar de los cables internacionales, a pesar de las mentiras, cada vez se sentirán más unidos al pueblo de Cuba, y mucho más en la misma medida en que la Revolución se haga. Y aquí la Revolución se hará, la Revolución se hará, ¡porque nada ni nadie podrá detenerla!; la Revolución se hará, porque mientras haya un pueblo como este, y mientras haya gobernantes dignos, la Revolución seguirá adelante.

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