24/6/08

Eduardo García Lavandero: Hasta la última bala

El 23 de junio de 1958, Eduardo iba a reunirse con un grupo de combatientes clandestinos, en un apartamento de los bajos, en el número 16 de la calle Jovellar. Sacó decidido su pistola y a fuerza de disparos rompió el cerco del Servicio de Inteligencia Militar (SIM). Herido, sangrando, saltó la pared del antiguo cementerio de espada, salió al callejón Aramburu, después a la calle Vapor, y se introdujo en la tintorería de los hermanos Pazos.
Los obreros, solidarizados, siguieron su labor. Pero el dedo traicionero de un delator, que había visto la escena, guio a los agentes hasta el lugar. Como si dentro hubiera un batallón, rodearon la tintorería. Nadie se atrevió a entrar. Temían demasiado a aquel hombre que solo, se había batido, y aún herido continuaba haciéndolo. Cuando ya no le quedaban más balas, lleno de rabia, Eduardo salió al exterior, lanzó su pistola como un proyectil más y se irguió desarmado frente a aquella jauría que lo acribilló a balazos.
Así era Eduardo García Lavandero, combatiente contra la tiranía batistiana, hombre de probadas virtudes personales.
Siendo niño se radicó en Artemisa y desde joven tuvo inquietudes sociales. Fue presidente de la Asociación de estudiantes del instituto de Segunda Enseñanza, ejemplo como deportista y poseedor de una alta disciplina. Se convirtió, a fuerza de coraje, audacia e inteligencia, en un destacado combatiente de la lucha clandestina.
Su espíritu revolucionario fue conmovido al producirse el golpe militar del 10 de marzo de 1952. Abandonó la comodidad del hogar y el calor de sus hijos y se incorporó al combate contra la tiranía.
Se une a José Antonio Echevarría con el Directorio Revolucionario —en el que llegó a ser miembro de su ejecutivo nacional, jefe de Acción y Segundo Secretario—, donde desarrolló una incesante actividad contra Batista. En varias ocasiones cayó preso y en más de una burló el cerco de sus enemigos, que lo buscaban afanosamente.
Aunque había participado en el plan inicial del ataque al Palacio Presidencial el 13 de marzo de 1957, García Lavandero no pudo participar por encontrarse en esos momentos en territorio estadounidense.
Partió de Miami en la expedición del Directorio Revolucionario el 31 de enero de 1958. Durante la travesía sirvió de navegante y timonel. Desembarcó por Nuevitas el 8 de febrero junto con los principales dirigentes del Directorio que se encontraban en el exilio revolucionario.
Los combatientes fundaron el frente guerrillero del Escambray. Pero resultaba imprescindible la presencia de García Lavandero en el llano y se trasladó a la capital. Decenas de nuevas acciones de valor y firmeza se unieron a su nombre.
Una de las anécdotas que lo hicieron famoso fue cuando Evelio Prieto Guillada —amigo en la clandestinidad— y él, fueron detenidos por las tropas represivas del conocido criminal Esteban Ventura Novo. En la misma casa los dejaron prisioneros, mientras Ventura iba a detener a otros revolucionarios, para conducirlos a los salones de tortura.
En dos sillones estaban sentados los luchadores y frente a ellos, apuntándoles con sus respectivas pistolas estaban los esbirros. Eso significaba la muerte y esos dos combatientes que tenían una gran afinidad con solo una mirada se entendieron. Inmediatamente saltaron sobre los policías y los desarmaron. Se retiraron en su propio auto velozmente, cruzándose con el tenebroso Ventura que ya regresaba.
Hay muchas otras anécdotas sobre este combatiente que estremeció y desconcertó a los esbirros de la tiranía.
.
Por : Raquel Marrero Yanes
Diario GRANMA CUBA

No hay comentarios: