26/6/08

El último combate de Allende

Un emotivo testimonio, publicado en 1974, del líder de la Revolución cubana Fidel Castro, quien fuera un cercano amigo de Allende. Refleja cómo el ex mandatario chileno vive la traición del 11 de septiembre de 1973, resistiendo hasta morir antes que rendirse y entregar a criminales el poder que el pueblo le dio por mandato soberano. Forma parte del libro Grandes Alamedas: El combate del presidente Allende, de Jorge Timossi.


Al ver caer al presidente, miembros de su guardia personal contraatacan enérgicamente y rechazan de nuevo a los fascistas hasta la escalera principal. Se produce entonces, en medio del combate, un gesto de insólita dignidad: tomando el cuerpo inerte del presidente lo conducen hasta su gabinete, lo sientan en la silla presidencial, le colocan su banda de presidente y lo envuelven en una bandera chilena.
Aun después de muerto su heroico presidente, los inmortales defensores del palacio resistieron durante dos horas más las salvajes acometidas fascistas. Solo a las cuatro de la tarde, ardiendo ya durante varias horas el Palacio Presidencial, se apagó la última resistencia.
Muchos se asombrarán de lo que aquí se acaba de narrar. Y así es, sencillamente asombroso. La alta oficialidad fascista de los cuatro cuerpos armados se había levantado contra el Gobierno de la Unidad Popular y solo 40 hombres resistieron durante siete horas el grueso de la artillería, los tanques, la aviación y la infantería fascista. Pocas veces en la historia se escribió semejante página de heroísmo.
El presidente no solo fue valiente y firme en cumplir su palabra de morir defendiendo la causa del pueblo, sino que se creció en la hora decisiva hasta límites increíbles. La presencia de ánimo, la serenidad, el dinamismo, la capacidad de mando y el heroísmo que demostró, fueron admirables. Nunca en este continente ningún presidente protagonizó tan dramática hazaña. Muchas veces el pensamiento inerme quedó abatido por la fuerza bruta. Pero ahora puede decirse que nunca la fuerza bruta conoció semejante resistencia, realizada en el terreno militar por un hombre de ideas, cuyas armas fueron siempre la palabra y la pluma.
Salvador Allende demostró más dignidad, más honor, más valor y más heroísmo que todos los militares fascistas juntos. Su gesto de grandeza incomparable, hundió para siempre en la ignominia a Pinochet y sus cómplices.


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¡Así se es revolucionario!
¡Así se es hombre!
¡Así muere un combatiente verdadero!
¡Así muere un defensor de su pueblo!
¡Así muere un luchador por el socialismo!


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Las ultimas palabras del compañero presidente Salvador Allende:
"Trabajadores de mi patria: tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo, donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.


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¡Viva Chile, viva el pueblo, vivan los trabajadores!


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Estas son mis últimas palabras, teniendo la certeza de que el sacrificio no será en vano. Tengo la certeza que por lo menos, habrá una sanción moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición
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(Nota de la R.) publicamos un fragmento del texto aparecido hoy en Diario GRANMA , por lo extenso no fue posible agregarlo completo.
Foto : Archivo Internet

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