17/6/08

El Generalísimo

Es difícil pensar en Máximo Gómez Báez, lejos de su responsabilidad en la manigua cubana, o de aquellas cargas al machete que tanto temor causaron a los españoles. Es inevitable llevarlo en la memoria con el arrojo que tuvo en los combates por la independencia, que lo convirtió en el General en Jefe del Ejército Libertador; o como le conocemos, en el Generalísimo.
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Foto : Máximo Gómez en una foto familiar.


El jefe mambí, fue un hombre común; capaz de reír, llorar, enojarse y amar. Se distinguió por ser buen padre y esposo. Sufrió en su propia familia la pérdida de varios hijos; a pesar de ello, Gómez no dejó de hacer revolución, no se desprendió de sus ideales.

En su Diario de Campaña, en cartas, notas autobiográficas y otros escritos se describen esas virtudes. En uno de los relatos a su hija Clemencia, en Honduras, de 1881, le cuenta los azarosos días en que partió de Cuba después del Pacto del Zanjón: "No quise yo quedarme en Cuba, no era decoroso para mí vivir en paz bajo la bandera que había combatido, y tomé el camino del destierro con los harapos de la pobreza más absoluta y mi mujer y tres niños "

Cuando marcha con Martí a la Guerra de Independencia quedó para la historia uno de los más sentidos mensajes: "Yo espero que ustedes cuidarán con mucho cariño y dulzura de su mamá, de Clemencia, de sus tías y de Itica. Espero que esta casa santa para todos, no se oiga nunca un mal modo, ni una mala palabra, que se respeten unos a otros, y que siendo su mamá, Clemencia y Margarita las reinas de nuestra casa, el brillo de nuestros nombres y donde debe ir a parar todo nuestro amor, es necesario, pues, que a ellas debemos rendirles mucho respeto y consideración.

Máximo Gómez, el héroe de mil batallas, el gran estratega, el revolucionario, el insigne guerrero, el Generalísimo, fue también un hombre de sentimientos.

El Viejo (como también lo llamaban afectuosamente), sobrevivió a las guerras. En medio de su campaña política en contra de la corrupción gubernamental, murió en La Habana el 17 de junio de 1905.

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