19/6/08

Superación cultural , Otra arma para el soldado

Una guitarra y un buen amor siempre ayudan a reducir la carga de nostalgia que asoma en los rostros de los soldados cuando el atardecer visita las unidades militares, donde cumplen el Servicio Militar Activo (SMA).
Y desde hace apenas un año, en las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) nació un proyecto que ha lanzado a muchos de vuelta al tiempo en que los libros y las asignaturas del preuniversitario o del politécnico eran todavía sus únicas armas. Una idea que les ha permitido el encuentro con una parte de ellos mismos, quizás olvidada por el rigor constante de la preparación militar, las alarmas de combate y las guardias que obligan a afilar los ojos para descifrar hasta el más mínimo susurro de la noche.
Cuando los sargentos instructores de una unidad militar de la Logística de las FAR estremecen el dormitorio con un enérgico ¡de pie, de pie! anunciador de la llegada del sábado, los soldados alistan sus libros, lápices y libretas para dirigirse a las aulas donde reciben dos veces al mes un plan de clases en función de la carrera que estudiarán en la Universidad.
El programa de superación cultural, propuesto por el General de Ejército Raúl Castro Ruz, se aplica desde el año 2007. Tiene la intención de que los jóvenes que entran al SMA con una carrera universitaria u opten por ella a través de la Orden 18 del Ministro de las FAR, se mantengan actualizados en los estudios para ingresar en mejores condiciones a la educación superior.

LA UNIDAD CONVERTIDA EN AULA
Minutos después de alistar el cuerpo con la gimnasia matutina, de dedicarle un pensamiento a la familia o a la novia, y de un rápido desayuno, los soldados-estudiantes se aproximan en fila a los salones convertidos en aulas donde aguardan los profesores de las diferentes asignaturas, categorizados por un tribunal de la Universidad de La Habana.
"Mi familia siempre mantuvo la ilusión de que yo entrara a la universidad y continuara estudiando para ser alguien en la vida. Por eso esta experiencia constituye una alternativa apreciable, ya que antes se pasaba un año sin estudiar y ahora existen mejores condiciones para luego continuar en las distintas carreras universitarias, expresa el soldado Néstor García. Incluso disfrutamos de tiempo de máquina para repasar computación".
El soldado Yerandi López también llena las horas del día con la preparación militar, los encuentros deportivos y las ansias por ingresar a la Universidad para estudiar la Licenciatura en Ciencias Naturales.
Ambos tienen 20 años de edad y comparten las imágenes de su provincia natal y los deseos de encontrarse de nuevo en las calles camagüeyanas para evocar la época en que vestían rigurosamente de verde olivo.

PARA NO OLVIDAR LOS CONOCIMIENTOS
En una de las oficinas, el segundo jefe de la unidad, teniente coronel Emilio Expósito Neira, escucha las noticias en la radio que se confunden con el murmullo de la naturaleza al despertar, mientras observa detenidamente un mural que explica todos los detalles del proyecto.
"En la unidad se preparan soldados de todo el territorio. Para ello se han acondicionado varias aulas, dos de ellas de computación, equipadas con 16 máquinas cada una. Las clases no interfieren en la preparación militar y política de los soldados. Todo lo contrario, mejoran el servicio de guardia y las diferentes misiones que desempeñan. Nosotros tenemos la posibilidad de incrementar la matrícula gracias a los recursos con que contamos. El proyecto es voluntario y cuando los soldados lo conocen enseguida quieren participar", explica.

SÁBADO CON LOS PROFESORES
Más de cuatro décadas separan a la licenciada Ana María Rojas de aquellos años en que subía una y otra vez el Pico Turquino como profesora voluntaria. Pero ella no ha perdido el ímpetu que la llevó a graduarse del Instituto Superior de Historia del Pedagógico.
Cada mañana se levanta para ofrecer clases en la sede universitaria o en otros niveles de enseñanza. Y cuando muchos celebran la llegada del sábado para descansar, esta profesora sale a recorrer los cuatro kilómetros que la separan de la unidad. Por el camino siempre reflexiona sobre cómo encontrar nuevos mecanismos de impartir la docencia, asegura.
"Ya he impartido dos cursos en esta unidad. El programa se ha confeccionado especialmente para los alumnos del SMA, quienes hacen un gran esfuerzo y muestran deseos de mantener frescos los conocimientos", comenta.
"Para mí lo más gratificante sería encontrármelos después de mucho tiempo y que me dijeran, ¡profesora!... Aunque posiblemente ya no los reconozca, sabré que mis días aquí no habrán sido en vano".
Son las dos de la tarde y la profesora se dispone para la segunda sesión de clases. Un grupo de soldados entra disciplinadamente al aula, donde se sienten futuros estudiantes universitarios.
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Michel Hernández
Diario GRANMA CUBA

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