14/7/08

El Moncada nos enseñó a convertir los reveses en victorias (7)

El discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro el 26 de julio de 1973 en ocasión del XX Aniversario del asalto al Moncada, constituyó una lección de historia y un llamado de alerta sobre los graves problemas que acecharían a la humanidad. Por el conocimiento histórico y político que aporta, Granma lo reproduce por partes en homenaje al aniversario 55 de la gesta.

Poco se escribiría después sobre el extraordinario valor humano y político de estos hechos en las historias oficiales de los explotadores, y ningún monumento se erigiría en memoria de estos oscuros gladiadores, verdaderos héroes anónimos de las clases explotadas, que fueron como precursores en nuestra patria de la revolución de los que después de ellos fueron los modernos esclavos, los obreros (APLAUSOS).
Algunos de nosotros aun antes del 10 de marzo de 1952, habíamos llegado a la íntima convicción de que la solución de los problemas de Cuba tenía que ser revolucionaria, que el poder había que tomarlo en un momento dado con las masas y con las armas, y que el objetivo tenía que ser el socialismo.
¿Pero cómo llevar en esa dirección a las masas, que en gran parte no estaban conscientes de la explotación de que eran víctimas, y creían ver solo en la inmoralidad administrativa la causa fundamental de los males sociales, y que sometida a un barraje incesante de anticomunismo, recelaba, tenía prejuicios y no rebasaba el estrecho horizonte de las ideas democrático-burguesas?
A nuestro juicio, las masas descontentas de las arbitrariedades, abusos y corrupciones de los gobernantes, amargadas por la pobreza, el desempleo y el desamparo, aunque no viesen todavía el camino de las soluciones definitivas y verdaderas, serían, a pesar de todo, la fuerza motriz de la revolución.
La lucha revolucionaria misma, con objetivos determinados y concretos, que implicara sus intereses más vitales y las enfrentara en el terreno de los hechos a sus explotadores, las educaría políticamente. Solo la lucha de clases desatada por la propia revolución en marcha, barrería como castillo de naipes los vulgares prejuicios y la ignorancia atroz en que la mantenían sometida sus opresores.
El golpe del 10 de marzo, que elevó a su grado más alto la frustración y el descontento popular, y sobre todo la cobarde vacilación de los partidos burgueses y sus líderes de más prestigio, que obligó a nuestro movimiento a asumir la responsabilidad de la lucha, creó la coyuntura propicia para llevar adelante estas ideas. En ellas se basaba la estrategia política de la lucha iniciada el 26 de Julio. (Continuará)

No hay comentarios: