29/7/08

Hacer esperar a la justicia es una injusticia

¿Será posible un fallo justo para los Cinco antiterroristas cubanos en alguna instancia del sistema jurídico estadounidense?
Desde el fraude consumado en Miami en junio del 2001, cuando un jurado declaró culpables de todos los cargos a los Cinco, hasta hoy en que un panel de tres jueces del Tribunal de Apelaciones de Atlanta decidió ratificar aquel infame veredicto de culpabilidad, esta pregunta no ha encontrado respuesta.


El pasado día 4, al conocer el fallo de los jueces del Onceno Circuito, recordé la respuesta que un año antes me dio Wayne Smith, ex jefe de la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana durante la administración Carter, a esa misma interrogante:"Por el bien de mi país, y para poner fin a la injusticia cometida contra los Cinco, espero que haya una decisión justa…Tengo que decir, sin embargo, que no soy optimista, teniendo en cuenta la decisión anterior de este Tribunal".

La duda, expresada entonces por ese prestigioso académico norteamericano, sobre la posibilidad de impartir justicia en ese estamento jurídico, tiene su fundamento.

En agosto del 2006, un año después de que tres jueces del mismo Tribunal de Atlanta ordenaran un nuevo juicio para los Cinco por entender que Miami no era una sede adecuada para juzgarlos, el pleno de la Corte falló en contra de aquel dictamen y remitió de nuevo el caso al panel para considerar otros alegatos de la defensa.

Contrario a lo que esperaba Smith, no hubo interés en hacer un bien a la nación ni se puso fin a la injusticia. Donde debió primar la verdad y obrarse con apego al Derecho, nuevamente se erigió el valladar de la venganza política.

El fallo de Atlanta desestimó la fuerte argumentación de la defensa, quebró la confianza en quienes administran el sistema estadounidense de leyes y favoreció los espurios intereses del gobierno.

Me causó asombro que el juez Stanley Birch, quien ha ratificado que los Cinco merecen un nuevo juicio fuera de Miami, no respaldara con su voto la opinión de la magistrada Phyllis Kravitch sobre la falta de evidencias para condenar a Gerardo por el ominoso cargo tres, de conspiración para cometer asesinato en primer grado.

El abogado Leonard Weinglass aseguró que el equipo de la defensa apelará al pleno de la Corte. Señor Birch, tiene usted entonces la oportunidad de reconsiderar su postura. Hace tres años demostró tener ética, valor e hidalguía, y no creo que esos valores hayan desaparecido en tan corto tiempo.

Del juez William H. Pryor no se podía esperar otra cosa. Él responde incondicionalmente al presidente Bush, que como se conoce lo nominó para ese cargo mediante un arreglo negociado con el candidato presidencial republicano, John McCain, pese al rechazo en importantes círculos políticos y de la opinión pública norteamericana.

Me parece desafortunada la decisión del panel de enviar los casos de Ramón Labañino, Antonio Guerrero y Fernando González al Tribunal de la Florida, para que la jueza Joan Lenard los resentencie.

Quien sobresalió a lo largo del proceso por su mala conducta y obedeció ciegamente las instrucciones del gobierno para aplicar desmesuradamente la guía de sentencia a los acusados, no tendrá a bien cambiar su papel en las actuales circunstancias.

Lenard debe estar consultando a Washington qué hacer en los próximos meses. De ella no se puede esperar nada bueno.

El odio y el ánimo de venganza contra la Isla han encontrado cebadero en el caso de los Cinco, y no faltarán acciones para dilatar esta injusticia.

La lucha no ha llegado a su fin; a partir de ahora será más intensa. Seguiremos denunciando, dentro y fuera de Cuba, que mientras verdaderos luchadores contra el terrorismo siguen siendo víctimas de la soberbia imperial, ese mismo gobierno continúa protegiendo al terrorista y delincuente internacional Luis Posada Carriles.

Soy de los que se anima a pensar que el caso de los Cinco tendrá solución en las cortes, y que la única sentencia válida posible es la inmediata liberación. La justicia debe ser administrada con prontitud: hacerla esperar o diferirla es ya una injusticia.
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Fuente : http://www.liberenlos5.cult.cu

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