20/7/08

El Moncada nos enseñó a convertir los reveses en victorias (10)

El discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro el 26 de julio de 1973 en ocasión del XX Aniversario del asalto al Moncada, constituyó una lección de historia y un llamado de alerta sobre los graves problemas que acecharían a la humanidad. Por el conocimiento histórico y político que aporta, Granma lo reproduce por partes en homenaje al aniversario 55 de la gesta.

Por primera vez el obrero, el campesino, el estudiante, las capas más humildes del pueblo, ascendían a lugares cimeros de la vida nacional. El poder revolucionario era su poder, el Estado era su Estado, el soldado era su soldado porque él mismo se convirtió en soldado (APLAUSOS); el rifle su rifle, el cañón su cañón, el tanque su tanque, la autoridad su autoridad, porque él era la autoridad. Ningún ser humano volvería jamás a sufrir humillación por el color de su piel; ninguna mujer tendría que prostituirse para ganarse el pan; ningún ciudadano tendría que pedir limosna; ningún anciano quedaría en el desamparo; ningún hombre sin trabajo; ningún enfermo sin asistencia; ningún niño sin escuela; ningunos ojos sin saber leer; ninguna mano sin saber escribir (APLAUSOS).
Lo que la Revolución significó desde el primer instante para el decoro del hombre, lo que significó en el orden moral fue tanto o más que lo que significaron los beneficios materiales.
La conciencia de clase se desarrolló en forma inusitada. Bien pronto los obreros, los campesinos, los estudiantes, los intelectuales revolucionarios, tuvieron que empuñar las armas para defender sus conquistas frente al enemigo imperialista y sus cómplices reaccionarios; bien pronto tuvieron que derramar su sangre generosa luchando contra la CIA y los bandidos; bien pronto tuvieron que ponerse todos en pie de guerra frente al peligro exterior; bien pronto tuvieron que combatir en las costas de Girón y de Playa Larga contra los invasores mercenarios (APLAUSOS).
¡Ah!, pero ya entonces las clases explotadas habían abierto los ojos a la realidad, habían encontrado al fin su propia ideología que no era ya la de los burgueses, terratenientes y demás explotadores, sino la ideología revolucionaria del proletariado, el marxismo-leninismo (APLAUSOS). Y el capitalismo desapareció en Cuba. Haber derramado la sangre del Moncada y de miles de cubanos más para mantener el capitalismo, habría sido sencillamente un crimen (APLAUSOS).

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