21/7/08

El Moncada nos enseñó a convertir los reveses en victorias (11)

El discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro el 26 de julio de 1973 en ocasión del XX Aniversario del asalto al Moncada, constituyó una lección de historia y un llamado de alerta sobre los graves problemas que acecharían a la humanidad. Por el conocimiento histórico y político que aporta, Granma lo reproduce por partes en homenaje al aniversario 55 de la gesta.
Así, el 16 de abril de 1961, nuestra clase obrera, cuando marchaba a enterrar a sus muertos con los rifles en alto, vísperas de la invasión, proclamó el carácter socialista de nuestra Revolución y en su nombre combatió y derramó su sangre, y todo un pueblo estuvo dispuesto a morir (APLAUSOS). Un decisivo salto en la conciencia política se había producido desde el 26 de Julio de 1953. Ninguna victoria moral pudiera compararse a esta en el glorioso camino de nuestra Revolución. Porque ningún pueblo en América había sido sometido por el imperialismo a un proceso tan intenso de adoctrinamiento reaccionario, de destrucción de la nacionalidad y sus valores históricos; a ninguno se le deformó tanto durante medio siglo. Y he aquí que ese pueblo se yergue como un gigante moral ante sus opresores históricos y barre en unos pocos años toda aquella lacra ideológica y toda la inmundicia del maccarthismo y el anticomunismo (APLAUSOS).
En la lucha aprendió a conocer a sus enemigos de clase internos y externos y en ella conoció a sus verdaderos aliados externos e internos. Frente al sabotaje de La Coubre y al embargo de armas de procedencia capitalista cuando más las necesitábamos, al criminal bloqueo económico de Estados Unidos y el aislamiento decretado por los gobiernos latinoamericanos a las órdenes del imperialismo yanki, solo del campo socialista, desde la gran patria de Lenin, se extendió la mano amiga y generosa (APLAUSOS); de allí nos vinieron armas, petróleo, trigo, maquinaria y materias primas; allí surgieron los mercados para nuestros productos boicoteados; de allí, recorriendo 10 000 kilómetros, llegaron las naves surcando los mares; de allí nos llegó la solidaridad internacionalista y el apoyo fraternal.
Bien poco quedaba en pie de todas las mentiras, la odiosa hipocresía, la humillante omnipotencia yanki en nuestra tierra, como no quedaba nada en pie de sus bancos, sus minas, sus fábricas, sus inmensos latifundios, sus todopoderosas empresas de servicio público, porque golpe por golpe frente a la agresión y el bloqueo fueron nacionalizadas todas (APLAUSOS).
En el programa del Moncada, que con toda claridad expusimos ante el tribunal que nos juzgó, estaba el germen de todo el desarrollo ulterior de la Revolución. Su lectura cuidadosa evidencia que nos apartábamos ya por completo de la concepción capitalista del desarrollo económico y social.
Como hemos dicho otras veces, aquel programa encerraba el máximo de objetivos revolucionarios y económicos que en aquel entonces se podía plantear, por el nivel político de las masas y la correlación nacional e internacional de fuerzas. Pero su aplicación consecuente nos conduciría a los caminos que hoy transitamos. Nosotros confiábamos plenamente en las leyes de la historia y en la energía sin límite de un pueblo liberado.

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