17/7/08

Una carta atronadora

Los rumores de entendimiento entre el ejército español y el estadounidense se materializaron el 16 de julio de 1898. El acuerdo se había firmado a espaldas de los jefes del Ejército Libertador. En su afán de poder, los yankis prohibieron la entrada en Santiago de Cuba a las tropas mambisas.
En carta dirigida por el Lugarteniente Calixto García íñiguez al General norteamericano Shafter, reivindica el prestigio del Ejército Libertador cubano, excluido injusta y sorpresivamente de los actos de capitulación.
El texto de la misiva que se reproduce a continuación es un reclamo atronador por aquello que se pretende borrar: la independencia de Cuba.

Al Mayor General Shafter, General en Jefe del 5º Cuerpo del Ejército de los Estados Unidos.
Señor:
El día 12 de mayo último, el Gobierno de la República de Cuba me ordenó, como comandante en jefe que soy del Ejército Cubano en las provincias orientales, que prestara mi cooperación al ejército americano.
Siguiendo los planes y obedeciendo las órdenes de los jefes, he hecho todo lo posible para cumplir los deseos de mi Gobierno, habiendo sido, hasta el presente, uno de los más fieles subordinados de Ud. y teniendo la honra de ejecutar sus órdenes e instrucciones hasta donde mis facultades me han permitido hacerlo.
La ciudad de Santiago de Cuba se rindió al fin, al ejército americano, y la noticia de tan importante victoria solo llegó a mi conocimiento por personas completamente extrañas a su Estado Mayor, no habiendo sido honrado con una sola palabra, de parte de Ud. sobre las negociaciones de paz y los términos de la capitulación propuesta por los españoles.
Los importantes actos de la rendición del ejército español y de la ciudad por Ud., tuvieron lugar posteriormente, y solo llegaron a mi conocimiento por rumores públicos. No fui tampoco honrado con una sola palabra de parte de Ud. invitándome a mí y a los demás oficiales de mi Estado Mayor para que representáramos al Ejército Cubano en ocasión tan solemne. Sé, por último, que Ud. ha dejado constituida, en Santiago, a las mismas autoridades españolas contra las cuales he luchado tres años como enemigo de la independencia de Cuba. Yo debo informar a usted que esas autoridades no fueron nunca electas por los habitantes residentes en Santiago de Cuba, sino nombradas por decretos de la Reina de España.
Yo convengo, señor, en que el ejército bajo su mando haya tomado posesión de la ciudad y ocupado las fortalezas; yo hubiera dado mi ardiente cooperación a toda medida que Ud. hubiese estimado más conveniente, guardando el orden público, hasta que hubiera llegado el momento de cumplir el voto solemne del pueblo de los Estados Unidos, para establecer en Cuba un Gobierno libre e Independiente; pero cuando se presenta la ocasión de nombrar las autoridades de Santiago de Cuba, en las circunstancias especiales creadas por una lucha de 30 años contra la dominación española, no puedo menos que ver, con el más profundo sentimiento, que esas autoridades no sean elegidas por el pueblo cubano, sino que son las mismas que tanto la Reina de España como sus ministros habían nombrado para defender la soberanía española contra los cubanos.
Circula el rumor que, por lo absurdo, no es digno de crédito, general, de que la orden de impedir a mi Ejército la entrada en Santiago de Cuba ha obedecido al temor de venganza y represalia contra los españoles. Permítame Ud. que proteste contra la más ligera sombra de semejante pensamiento, porque no somos un pueblo salvaje que desconoce los principios de la guerra civilizada; formamos un ejército pobre y harapiento, tan pobre y harapiento como lo fue el ejército de vuestros antepasados en su guerra noble por la independencia de los Estados Unidos de América; pero, a semejanza de los héroes de Saratoga y de Yorktown, respetamos demasiado nuestra causa para mancharla con la barbarie y la cobardía.
En vista de todas las razones aducidas por mí anteriormente, siento profundamente no poder cumplir por más tiempo las órdenes de mi Gobierno, habiendo hecho, hoy, ante el General en Jefe del Ejército Cubano, Mayor General Máximo Gómez, la formal renuncia de mi cargo como General en Jefe de esta sección de nuestro Ejército.
En espera de su resolución, me he retirado, con todas mis fuerzas a Jiguaní.
Soy respetuosamente de usted, Mayor General,
Calixto García
Campos de Cuba Libre, 17 de julio de 1898.
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Fuente : Diario GRANMA CUBA

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